Gastamos mucha energía en pretender que el otro cambie y no cambiamos nosotros. No podemos ser responsables de los demás, hacerlo es un claro signo de falta de autoresponsabilidad.
Lo que atribuímos a los demás suele ser nuestro. Es dificil aceptarlo porque muchas veces se trata de asuntos reprimidos que nos negamos a aceptarlos y son absolutamente negativos.
La tormenta que nos produce algo, es un índice de que el problema es nuestro y no es del otro.
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